miércoles, 24 de julio de 2013

LA REALIDAD COMO FICCIÓN

El hombre es un creador de ficciones, metáforas e interpretaciones, su mundo es siempre un mundo en perspectiva y por tanto ficcional. La realidad es una construcción poética, un simulacro y nuestras interpretaciones son un arreglo del mundo de acuerdo con nuestros particulares intereses vitales.

La ficción del hombre, del sujeto o del yo no es más que una máscara, un centro provisional que se desplaza continuamente, modificando y recreándose según las escenas de un personaje a otro según las exigencias de los diferentes contextos.

El hombre ha prendido a fijar y a determinar las impresiones de sus  sentidos en el lenguaje, a medida que ha aumentado la necesidad de comunicarlas a otras personas. Este hombre inventor de signos es el hombre consciente de sí.

Por tanto, si la conciencia se ha desarrollado a partir de esta necesidad de comunicación, su trasfondo no está constituido por el núcleo de la individualidad, sino al contrario, por aquello que el individuo experimenta como realidad.

El lenguaje es un artificio humano que lo ayuda a narrar de manera simbólica, figurativa o metafórica su verdad al tiempo que este se inventa una vida. Wittgenstein sostiene que “el lenguaje corriente es una parte del organismo humano y no menos complicada que él.”

La vida está compuesta de “verdades” necesarias, pero la vida también necesita de falsedades que sean consideradas como verdades, esto significa que el mito, el arte y la metáfora con una desviación consciente de la realidad (Domingo, 2000).

El mundo, al cual el hombre considera como verdadero, se construye a partir de la integración de los objetos externos por medio del lenguaje metafórico y la percepción, no obstante, no sólo la percepción de esta verdad descansa sobre estas “ilusiones aisladas” también su conocimiento.

El proceso de la formación del conocimiento y de los saberes disponibles por los hombres, se ve permeado por esta construcción de metáforas, interpretaciones e ilusiones que representan la realidad, esta construcción también constituye el instinto artístico fundamental del hombre, instinto que lo lleva al terreno del conocimiento, donde estas interpretaciones forjan los “conceptos y métodos” que sostienen el conocimiento.
 
Este proceso de conocimiento se enfrenta a la contingencia de hechos históricos, acontecimientos y situaciones sociales que generaron el lenguaje como medio de representación de la realidad.

Los relatos históricos de los acontecimientos construyen realidad como verdadera solamente por hecho de haber sucedido, por lo tanto, la construcción del conocimiento utiliza y necesita la ficción desde la proyección de la experiencia de dicha realidad.

El individuo se construye una realidad a partir de los hechos pasados y de las experiencias vividas, sin embargo, para que estas experiencias adquieran sentido, necesitan comunicarse; la comunicación de experiencias construye una realidad social, sin embargo, esta realidad no es fiable por el simple hecho de ser un interacción de subjetividades sujetas a la falsedad, la fantasía y la mentira.

La relación entre sujeto-objeto se da a partir de constructos imaginarios  para que individuo pueda vivir y conservarse; la experiencia del sujeto-objeto o sujeto-mundo se da a través de la consciencia porque que no existe una conciencia de sí mismo sino una conciencia de uno en relación a otro o consciencia-mundo; de tal manera que el lenguaje es la forma en cómo el ser humano representa su realidad por medio de la consciencia-mundo.

Entonces ¿Por qué la realidad es ficticia? Porque la consciencia del sujeto genera una creencia falsa que obtiene su valor y su firmeza en el hecho de constituir una condición de vida óptima para la supervivencia y la preservación.

El hombre ha aprendido a hacerse consciente de sí en su mundo, debido las exigencias de la realidad y de su vida en sociedad asumiendo esta realidad como verdadera envolviéndola en un sentimiento ficticio de vivir.

No existe una realidad, ni siquiera una verdad única, solo es posible comprender la existencia del hombre en la medida que interactúa en el mundo, sin embargo no es posible confiar en si asumir como verdaderos conceptos, valores y perspectivas, dicho de otro modo, cómo es posible creer en la moral, en los valores y en las creencias, cuando estas últimas no son más que percepciones individuales de unos cuantos que asumen como verdad.

El problema de las creencias, los valores y la moral contemporánea radica en la introyección de estos conceptos, porque quien tiene el poder es quien decide sobre que es real y que no lo es, sobre lo que es verdadero y sobre lo que no lo es.

 

Bibliografía:

FOUCAULT, Michel, 1971, Nietzsche, la généalogie.

MATURANA, Humberto, 1997, La objetividad un argumento para obligar.

NIETZSCHE, Friedrich, 1901, Der Wille zur Macht.

SÁNCHEZ, Diego, 1989, En torno al superhombre.

WITTGENSTEIN, Ludwig, 1992, Tractatus Logico-Philosophicus.

LAMANA, Domingo, 2000, Nietzsche: la filosofía narrativa de la mentira, la metáfora y el simulacro.

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