Sin embargo, la aparente contraparte de pedir, el
agradecer, pertenece a una dimensión diferente; parecería irónico que amabas
situaciones, pedir y agradecer, no estén del todo conectadas, al menos en esta
sociedad. En este punto no quisiera generalizar, porque sé que existen personas
que, en efecto, agradecen después de haber pedido, sin embargo, por lo que me ha tocado ver, esta situación es escasa.
Porqué escribir un artículo que hable sobre el
agradecimiento, bueno, porque en primer lugar he aprendido algunas cosas en la
última parte de este año que tienen origen precisamente con la gratitud y en
segundo lugar, me parece sensato compartir aquello que, por lo menos en lo que he vivido,
ha sido benéfico; además de que puede ser de ayuda para alguna persona que
muestre interés o simple curiosidad en el asunto.
Retomando la idea de que pedir es simple y no implica
mayor esfuerzo, la gratitud es diferente, porque dar las gracias implica, asombrosamente,
un esfuerzo, por distintas circunstancias, que son complicadas de analizar en un sólo artículo, pero
entre ellas puede encontrarse la vergüenza, la falta de costumbre o la creencia
de no merecer las cosas que se obtienen; no obstante, pocas veces se
agradece por aquello que se tiene, se hace o se recibe, excepto claro, por las cosas que
son de agrado o que generan algún beneficio. Justo aquí es donde comienza la parte interesante, porque
agradecer por aquello que es agradable o benéfico no presenta complicación alguna.
Mi experiencia se basa en la simple y sencilla expresión
de la gratitud por la vida, es decir, dar las gracias por lo que tienes, por lo
que no tienes, por quien eres, por quien no eres, por lo que crees y por lo que
aun no crees. Agradecer cada situación y experiencia que vives, aun si estas situaciones son desagradables, tristes, complicadas,
injustas o intolerables.
Somos, en gran medida, los protagonistas y responsables de nuestras vidas, de lo que
nos sucede, de lo que perdemos o encontramos, de lo que hacemos o dejamos de
hacer. Culpar a otros de nuestras desgracias es simple y en ocasiones hasta
tranquilizador, pero asumir la responsabilidad de nuestra vida es algo que no
se ve muy a menudo.
Eres tu el que vive la vida y en ese sentido, agradecer
por la experiencia que estás viviendo no me parece, al menos desde mi
perspectiva, algo forzado o difícil de hacer ¿Por qué no agradecer por ello?
Independientemente de las creencias que tengas, es tu
vida y son tus circunstancias las que experimentas a diario; agradecer el
simple hecho de estar vivo, de tener o no capacidades, actitudes, logros y fracasos, de tener posesiones y tener carencias.
No es una formula milagrosa, no es un secreto, es una
actitud y quiero compartirla contigo, no es una garantía la que te ofrezco ni una fórmula, es
mi vivencia y por esta he aprendido demaciadas cosas; agradecer antes que pedir me ha
permitido aceptar muchas cosas con las cuales había estado peleado y me ha permitido aprender de errores y fallas.
Al final tú eliges el camino que quieras darle a tu
vida y la actitud con la que la quieres vivir; yo elijo iniciar y terminar mi día
con un “Gracias”, mi oración, mi mantra, mi saludo y mi despedida.
Te agradezco por haberme leído en este año; quiero que
encuentres aquello que estas buscando, que logres aquello que anhelas y que
dejes aquello que te daña.
“Gracias a Dios y a
la vida por darme justo lo que necesito, no más y no menos, por estar en este
mundo y aprender lo que tenga que aprender.
Gracias a mi familia, por estar justo en
el momento y en el lugar que tienen que estar, por apoyarme y no empujarme, por
quererme y no asfixiarme, por estar a mi lado y no invadirme, por cuidarme
y no sobreprotegerme, por amarme y aceptarme”
GRACIAS