Lo cierto es todo en este mundo
es dinámico y cambiante, no existe algo que se encuentre aislado o inmóvil, en
este sentido, la consciencia humana fluye con el contexto; la consciencia se
encuentra vertida en el entorno y cuando este cambia, la consciencia-mundo
cambia, este movimiento de la consciencia hacia el mundo tiene un retorno en percepción,
la cual es la interpretación de los fenómenos del mundo, esta interpretación se
obtiene a partir de los sentidos, las experiencias y las creencias personales,
así como de las emociones que el entorno provoca.
La muerte de los valores deja
un espacio en vacío, mismo espacio que la humanidad, nostálgica por la muerte
de dichos valores, pretende llenar o ha llenado el vacío, con los cadáveres de
la incertidumbre y la culpa moral. No obstante y, ante la inadmisión de la
humanidad a perder sus antiguos valores, estos ya no rigen la moral, los
valores dejaron de proporcionar el sustento que estabilizaba la crianza de
varias generaciones, han perdido su valor, ahora sólo queda el recuerdo y la
referencia histórica de un pasado que era evaluado por la manifestación social
explicita de los valores de antaño y que ahora ha dejado de existir.
Con la muerte de los valores qué
llena el espacio vacío, la respuesta se encuentra en lo que la sociedad
considera que ahora es valioso. Para continuar con esta lógica es necesario aclarar
que la postura que se manifiesta en este escrito, se encuentra fuera de toda
moralidad, en contraste, la postura que se expresa, refiere solamente a la descripción
de los acontecimientos percibidos en la actualidad.
A partir de esta perspectiva,
se considera que los nuevos valores son la economía y la estética superficial;
estos dos nuevos valores no surgieron espontáneamente en la época contemporánea,
sino que fueron incubados durante décadas a través de los cambios y las situaciones
multifactoriales ocurridos a lo largo de la historia, estos dos elementos son
los responsables, tanto del asenso a la cúspide, como de los cimientos que conforman
la sociedad actual.
La economía gobierna la dinámica
y el rumbo de la sociedad, dictamina lo que es correcto y lo que no es correcto
en términos de ganancias y pérdidas, asigna prioridades y determina el valor de
las personas. La economía como el dogma y el dinero como su dios, establecen el
régimen actual. El dinero como sinónimo de poder en esta sociedad, significa el
anhelo y deseo constante de las personas que, como fieles seguidores y
creyentes, día a día consumen sus vidas en la búsqueda de su adquisición.
El valor del dinero no tiene
comparación en esta sociedad, es el valor por excelencia, su poder puede
destronar lo que sea; celoso como deidad antigua, no admite competidor y se
alimenta del deseo de la sociedad. El dinero ha desterrado a los antiguos
valores marcándolos con un signo de precio. Sin caer en la nostalgia causada
por la pérdida de los valores de antaño, es necesario indicar que es el dinero
quien ha ganado terreno, con creces, a lo que la sociedad considera valioso.
El segundo valor contemporáneo
es la estética superficial, representado por la apariencia y el status; se
habla de estética a lo que actualmente la gente considera como agradable y
aceptable, esto implica, la apariencia física y las posesiones materiales; el
status social se refiere, a la posición, tanto económica como en
características, que tiene la gente frente a otros; ambos valores –la economía y
la estética- necesariamente se encuentran vinculados.
No es prioridad reconocer en
este escrito la pérdida de los antiguos valores y su falta, mucho menos atentar
contra los nuevos valores contemporáneos, el objetivo es simplemente reconocer
el rumbo y el surgimiento que los nuevos valores han tenido a través de la
evolución y los cambios sociales a nivel político, ideológico y moral, estos
cambios inevitable provocan el posicionamiento del dinero y la estética superficial
como líderes en lo que ahora la sociedad considera como valioso.
Para comprobar esta percepción sólo
hace falta observar la dinámica cotidiana del comportamiento diario de la
gente, se puede considerar un solo ideal personal y evaluarlo en referencia al
dinero o la estética, el resultado que se obtiene es que, todo el sentido y todo ideal se
encuentra cimentado y enervado por el dinero o el status. El comportamiento
actual de la sociedad refiere al consumo, (alimentos, objetos, información,
servicios, etc.) necesita un motor que lo alimente y este es el dinero, así
mismo, el status social se consigue a través del dinero por lo tanto cualquier
anhelo, deseo o sentido en la vida del ser humano actual tiene como base alguno
de estos dos valores.
En conclusión, la humanidad
crea y determina lo que es valioso, esto puede ser tanto material como
inmaterial, este valor se decreta en la medida que es importante o vital para la
existencia humana. Con el paso del tiempo el valor asignado puede perdurar,
decaer o perderse; cuando decae o pierde valía, el ser humano reasigna valores
o crea nuevos valores. Sin embargo la moral se aferra a los valores que fueron
creados orgullosamente para guiar el comportamiento de una determinada
sociedad, no obstante, el tiempo y los cambios constantes, sobrepasan la
nostalgia de la perdida inevitable de los valores. La evolución de la sociedad
necesita asignar y llenar los huecos vacíos de aquello que, con anterioridad,
la humanidad consideraba valioso, con algo nuevo; la economía y el status
social globalizan y encarnan los valores contemporáneos, siendo estos los que
determinan lo que es valioso o lo que no es valioso, incluyendo la vida humana.