Tras observar que dos mas dos son cuatro, la lógica, la
memoria y la razón surgen de manera inmediata, sin embargo este razonamiento,
de carácter matemático, resulta evidente e incluso hasta insultante si de
alguna manera se requiriera su demostración.
El ser humano vive rodeado de problemas, situaciones y
contextos que demandan del uso de su razonamiento para demostrar, analizar y comprender
el mundo en el cual se encuentra.
Existen múltiples esfuerzos y metodologías, desde
diversas áreas de conocimientos que pretenden mostrar, demostrar y comprobar la
realidad; el razonamiento lógico es uno de ellos, la intuición sensible, la deducción,
entre otros, son sólo algunas formas y métodos que intentan explicar, comprobar
y demostrar la realidad.
La realidad, como ya he dicho previamente, se comprende
desde muchas perspectivas y enfoques, sin embargo, no pretendo ahora hablar de
la realidad, sino del esfuerzo que realizan muchas personas en demostrar, de
manera equivocada, fenómenos que no pueden explicar.
Cuando existe una duda, una cuestión o una problemática
la razón se ve comprometida con la realidad, porque el hombre en su afán de
explicar todo aquello que no comprende, busca soluciones e interpretaciones que
no siempre siguen una línea congruente de razonamiento.
Rene Descartes pone de manifiesto dos tipos de
conocimiento, el intuitivo, el cual no requiere de demostración, y el
conocimiento deductivo, el cual hace uso de un encadenamiento discursivo de
razonamientos, no obstante, Descartes menciona también que este proceso
deductivo no se encuentra exento de errores de razonamiento.
Retomando el afán por demostrar o por resolver problemáticas
que se le presentan al hombre, existen situaciones, acciones o contextos de los
cuales se toma el camino más simple o parsimonioso para llegar a una solución.
Esto último puede remitir a la explicación de hechos de
carácter metafísico que van desde la existencia de Dios, de demonios, de
fantasmas, de seres de otros mundos, hasta hechos más humanos como la fortuna o
suerte, las enfermedades desconocidas, el amor, entre otros.
El punto no es que existan o no hechos incomprensibles,
sino como los explica el ser humano. Para ello es necesario mencionar que la explicación
más simple a los problemas no es siempre la mejor, de hecho, esta mención corresponde
justo a un error en el razonamiento.
La gente vive constantemente en errores de razonamiento
que gobiernan su vida y que dan forma y sentido a sus contextos; la falta de
cuestionamiento a los acontecimientos o a los problemas que surgen crean un
ambiente perfecto para errores de razonamiento.
Sumado a la incongruencia en el discurso racional, los
medios y la publicidad sujetan y suspenden el ejercicio de la crítica, obligando
a las personas a no pensar o hacerlo de forma errónea.
El eufemismo de llamarle error de razonamiento es
utilizado para no llamarlo estupidez, porque de eso se trata; justificar la
manera en cómo piensan las personas y de explicar algunos hechos, aparentemente
incomprensibles, lleva a creer que el esfuerzo por pensar es escaso o que la
manera en como concluye el razonamiento se aleja de la lógica de: [idea-juicio-raciocinio=
silogismo]
Retomando a Rene Descartes, este último destituyó a
Dios como fuente de toda explicación, el hombre dejo de creer que “el cielo, la
tierra y otras cosas” fueron creadas por Dios”; el paradigma Teocentrista dejó
de existir para dar paso a la razón humana como protagonista, son la promesa de
explicar al mundo.
La muerte de Dios con Nietzsche, convirtió al hombre con su
razonamiento en el heredero del mundo; la pregunta radica
en ¿por qué, a pesar del esfuerzo de colocar la razón como el motor de explicación
y comprobación del mundo, el hombre sigue atribuyendo explicaciones ilógicas, mágicas
o milagrosas?
Son muchas las posibilidades de respuesta, el miedo a
la existencia sin un Dios, el miedo a la libertad, el miedo a la verdad o el
miedo a voluntad de vivir son sólo algunas de las razones por las cuales el hombre
permite no hacer uso de su razonamiento.
Corre el S.XXI y aún existen (y persisten) los
milagros, la fe, “si Dios quiere” o la voluntad divina, como algunas de las
estupideces o mejor dicho errores de razonamiento más comunes en cuanto se
presentan cosas “fuera de nuestro
alcance”.
Comportamientos supersticiosos o estereotipados, como
el miedo a determinados números, animales, días o acciones como pasar debajo de
una escalera, romper espejo, rituales religiosos o persignarse frente a una
imagen no se alejan de los llamados errores del razonamiento.
Es claro que se tendrían que respetar dichas creencias
y comportamientos, porque de alguna manera brindan sentido y hasta consuelo a
las vidas de miles y millones de personas que no están dispuestas a vivir una
vida propia.
No obstante no puedo evitar hacer caso omiso a tan vanas
recetas y a tan escaso afán; considero que la vida tiene más secretos que ocultar
que los misterios de la religión y considero que la razón es más compleja que
fe.
Las personas dejan que el mundo los trague poco a poco,
cediendo su libertad, su identidad, su vida, su razonamiento y su voluntad
entera; no se trata de llamarle estupidez al modo de pensar actual, ni de
llamarlo error de razonamiento, se trata de “desujetarse” del mundo manteniendo
una sana distancia entre el mundo y lo que soy yo, cuestionando, de forma racional,
aquello que se me presenta día con día, asimilando aquello que promueva mi
crecimiento y desarrollo así como rechazando aquello que no lo haga.
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