viernes, 24 de julio de 2015

UNA IMPRUDENTE APROXIMACIÓN A LA GÉNESIS DE LOS VALORES HUMANOS (Parte III)

La pérdida o la decadencia de muchos de los valores que alguna vez tuvieron la función de estabilidad moral, provoca diversas reacciones, todas ellas se expresan en función del tiempo y los factores que influyen en su detrimento.

Lo cierto es todo en este mundo es dinámico y cambiante, no existe algo que se encuentre aislado o inmóvil, en este sentido, la consciencia humana fluye con el contexto; la consciencia se encuentra vertida en el entorno y cuando este cambia, la consciencia-mundo cambia, este movimiento de la consciencia hacia el mundo tiene un retorno en percepción, la cual es la interpretación de los fenómenos del mundo, esta interpretación se obtiene a partir de los sentidos, las experiencias y las creencias personales, así como de las emociones que el entorno provoca.

La muerte de los valores deja un espacio en vacío, mismo espacio que la humanidad, nostálgica por la muerte de dichos valores, pretende llenar o ha llenado el vacío, con los cadáveres de la incertidumbre y la culpa moral. No obstante y, ante la inadmisión de la humanidad a perder sus antiguos valores, estos ya no rigen la moral, los valores dejaron de proporcionar el sustento que estabilizaba la crianza de varias generaciones, han perdido su valor, ahora sólo queda el recuerdo y la referencia histórica de un pasado que era evaluado por la manifestación social explicita de los valores de antaño y que ahora ha dejado de existir.

Con la muerte de los valores qué llena el espacio vacío, la respuesta se encuentra en lo que la sociedad considera que ahora es valioso. Para continuar con esta lógica es necesario aclarar que la postura que se manifiesta en este escrito, se encuentra fuera de toda moralidad, en contraste, la postura que se expresa, refiere solamente a la descripción de los acontecimientos percibidos en la actualidad.

A partir de esta perspectiva, se considera que los nuevos valores son la economía y la estética superficial; estos dos nuevos valores no surgieron espontáneamente en la época contemporánea, sino que fueron incubados durante décadas a través de los cambios y las situaciones multifactoriales ocurridos a lo largo de la historia, estos dos elementos son los responsables, tanto del asenso a la cúspide, como de los cimientos que conforman la sociedad actual.

La economía gobierna la dinámica y el rumbo de la sociedad, dictamina lo que es correcto y lo que no es correcto en términos de ganancias y pérdidas, asigna prioridades y determina el valor de las personas. La economía como el dogma y el dinero como su dios, establecen el régimen actual. El dinero como sinónimo de poder en esta sociedad, significa el anhelo y deseo constante de las personas que, como fieles seguidores y creyentes, día a día consumen sus vidas en la búsqueda de su adquisición.

El valor del dinero no tiene comparación en esta sociedad, es el valor por excelencia, su poder puede destronar lo que sea; celoso como deidad antigua, no admite competidor y se alimenta del deseo de la sociedad. El dinero ha desterrado a los antiguos valores marcándolos con un signo de precio. Sin caer en la nostalgia causada por la pérdida de los valores de antaño, es necesario indicar que es el dinero quien ha ganado terreno, con creces, a lo que la sociedad considera valioso.

El segundo valor contemporáneo es la estética superficial, representado por la apariencia y el status; se habla de estética a lo que actualmente la gente considera como agradable y aceptable, esto implica, la apariencia física y las posesiones materiales; el status social se refiere, a la posición, tanto económica como en características, que tiene la gente frente a otros; ambos valores –la economía y la estética- necesariamente se encuentran vinculados.

No es prioridad reconocer en este escrito la pérdida de los antiguos valores y su falta, mucho menos atentar contra los nuevos valores contemporáneos, el objetivo es simplemente reconocer el rumbo y el surgimiento que los nuevos valores han tenido a través de la evolución y los cambios sociales a nivel político, ideológico y moral, estos cambios inevitable provocan el posicionamiento del dinero y la estética superficial como líderes en lo que ahora la sociedad considera como valioso.

Para comprobar esta percepción sólo hace falta observar la dinámica cotidiana del comportamiento diario de la gente, se puede considerar un solo ideal personal y evaluarlo en referencia al dinero o la estética, el resultado que se obtiene es  que, todo el sentido y todo ideal se encuentra cimentado y enervado por el dinero o el status. El comportamiento actual de la sociedad refiere al consumo, (alimentos, objetos, información, servicios, etc.) necesita un motor que lo alimente y este es el dinero, así mismo, el status social se consigue a través del dinero por lo tanto cualquier anhelo, deseo o sentido en la vida del ser humano actual tiene como base alguno de estos dos valores.

En conclusión, la humanidad crea y determina lo que es valioso, esto puede ser tanto material como inmaterial, este valor se decreta en la medida que es importante o vital para la existencia humana. Con el paso del tiempo el valor asignado puede perdurar, decaer o perderse; cuando decae o pierde valía, el ser humano reasigna valores o crea nuevos valores. Sin embargo la moral se aferra a los valores que fueron creados orgullosamente para guiar el comportamiento de una determinada sociedad, no obstante, el tiempo y los cambios constantes, sobrepasan la nostalgia de la perdida inevitable de los valores. La evolución de la sociedad necesita asignar y llenar los huecos vacíos de aquello que, con anterioridad, la humanidad consideraba valioso, con algo nuevo; la economía y el status social globalizan y encarnan los valores contemporáneos, siendo estos los que determinan lo que es valioso o lo que no es valioso, incluyendo la vida humana.

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