La hipótesis de que los valores
se encuentran directamente relacionados en proporción a la evolución humana es
precisamente eso, una hipótesis, debido a que es una creencia que comparte
algunos rasgos lógicos en el pensamiento formal, es decir, mantiene una
estructura de pensamiento que permite su comprensión.
Sin embargo, en la praxis, los
valores humanos no comparten la relación direccional evolutiva, porque la
humanidad, dentro de sus múltiples características, tiene dos de ellas que
evitan que los valores evoluciones, o al menos, no se percata de ello.
La primera
de ellas es su miedo al cambio, un miedo comprensible desde el punto de vista
de enfrentar algo desconocido, el ser humano, es un animal indefenso ante el
mundo, desarrolló defensas racionales y creativas para evitar su propia destrucción,
es el único ser de la tierra que no se adapta al entorno, por el contrario,
adapta el entorno a su ser. El ser humano ante cualquier novedad que encuentre se
sentirá temeroso, sólo hasta que la comprenda o la destruya.
La segunda característica es el
sentimiento de nostalgia, es decir, el ser humano genera apegos hacia el
entorno, llámense objetos o seres vivos, la energía invertida en los vínculos
sociales u objetales es difícil de disolver, debido a que el hombre imprime características
propias en el entorno, la dificultad para romper estos vínculos, radica en la
resistencia de perder dicha energía depositada en aquellos seres u objetos.
En concreto, los valores contemporáneos
han perdido su valor original debido a la evolución que ha presentado la sociedad,
todos aquellos valores conocidos, han perdido o están perdiendo su significado original,
porque ya no vivimos en los tiempos de la creación de dichos valores. Cuando un
valor pierde su significado sólo tiene tres destinos posibles: extinguirse,
evolucionar o agonizar indeterminadamente.
Cuando se extingue,
pierde su valor completamente y regresa al plano de lo común, por ejemplo, las
especias en la época colonial poseían un valor similar a lo que hoy es el oro, con
el paso del tiempo las especias dejaron de valer y se convirtieron en lo que
hoy en día es algo común y fácil de obtener.
La evolución ocurre dependiendo
de los cambios sociales, el valor se modifica en la medida que adquiere o pierde
significado, siguiendo el ejemplo del valor del oro, este ha modificado su
precio (valor) en la medida que es apreciado por la gente y avanza a la par
de los cambios sociales.
La agonía indeterminada de los
valores se genera en el terreno de los valores inmateriales y corresponde a los
valores sociales, estos últimos son indefinidos porque su significado fluctúa
de sociedad en sociedad, sin embargo el rasgo característico de todos ellos es
la agonía. Por ejemplo, la virginidad es un valor cuyo significado es variable
dependiendo del contexto donde se encuentra, en algunos grupos sociales, la
virginidad es un valor muy preciado por sus miembros, adquiere un valor tan
alto que, perder la virginidad, puede ser, incluso, motivo de exilio de la
comunidad, en contraste, en otros grupos sociales, la virginidad no tiene gran
valor o quizá tiene sólo un ligero aprecio entre sus miembros, perder o no la
virginidad no es motivo de alarma o señalamiento.
La agonía de estos valores se
genera a partir del cambio, debido a que es imposible detener los cambios, la
resistencia a que un valor pierda significado, provoca una indeterminada
agonía; la historia se ha encargado de mostrar a la humanidad que todo aquello
que no cambia, muere, en este caso, muchos de los valores contemporáneos se
encuentran en este estado. Varios grupos sociales guardan valores en descomposición,
los mantiene la nostalgia del recuerdo, de lo que tiempo atrás fueron dichos
valores y que ahora se alimentan de la resistencia al cambio, alejándose de la incertidumbre
que genera la novedad.
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