lunes, 13 de julio de 2015

UNA IMPRUDENTE APROXIMACIÓN A LA GÉNESIS DE LOS VALORES HUMANOS ( Parte II)


La hipótesis de que los valores se encuentran directamente relacionados en proporción a la evolución humana es precisamente eso, una hipótesis, debido a que es una creencia que comparte algunos rasgos lógicos en el pensamiento formal, es decir, mantiene una estructura de pensamiento que permite su comprensión.

Sin embargo, en la praxis, los valores humanos no comparten la relación direccional evolutiva, porque la humanidad, dentro de sus múltiples características, tiene dos de ellas que evitan que los valores evoluciones, o al menos, no se percata de ello.
 
La primera de ellas es su miedo al cambio, un miedo comprensible desde el punto de vista de enfrentar algo desconocido, el ser humano, es un animal indefenso ante el mundo, desarrolló defensas racionales y creativas para evitar su propia destrucción, es el único ser de la tierra que no se adapta al entorno, por el contrario, adapta el entorno a su ser. El ser humano ante cualquier novedad que encuentre se sentirá temeroso, sólo hasta que la comprenda o la destruya.

La segunda característica es el sentimiento de nostalgia, es decir, el ser humano genera apegos hacia el entorno, llámense objetos o seres vivos, la energía invertida en los vínculos sociales u objetales es difícil de disolver, debido a que el hombre imprime características propias en el entorno, la dificultad para romper estos vínculos, radica en la resistencia de perder dicha energía depositada en aquellos seres u objetos.

En concreto, los valores contemporáneos han perdido su valor original debido a la evolución que ha presentado la sociedad, todos aquellos valores conocidos, han perdido o están perdiendo su significado original, porque ya no vivimos en los tiempos de la creación de dichos valores. Cuando un valor pierde su significado sólo tiene tres destinos posibles: extinguirse, evolucionar o agonizar indeterminadamente.

Cuando se extingue, pierde su valor completamente y regresa al plano de lo común, por ejemplo, las especias en la época colonial poseían un valor similar a lo que hoy es el oro, con el paso del tiempo las especias dejaron de valer y se convirtieron en lo que hoy en día es algo común y fácil de obtener.

La evolución ocurre dependiendo de los cambios sociales, el valor se modifica en la medida que adquiere o pierde significado, siguiendo el ejemplo del valor del oro, este ha modificado su precio (valor) en la medida que es apreciado por la gente y avanza a la par de los cambios sociales.

La agonía indeterminada de los valores se genera en el terreno de los valores inmateriales y corresponde a los valores sociales, estos últimos son indefinidos porque su significado fluctúa de sociedad en sociedad, sin embargo el rasgo característico de todos ellos es la agonía. Por ejemplo, la virginidad es un valor cuyo significado es variable dependiendo del contexto donde se encuentra, en algunos grupos sociales, la virginidad es un valor muy preciado por sus miembros, adquiere un valor tan alto que, perder la virginidad, puede ser, incluso, motivo de exilio de la comunidad, en contraste, en otros grupos sociales, la virginidad no tiene gran valor o quizá tiene sólo un ligero aprecio entre sus miembros, perder o no la virginidad no es motivo de alarma o señalamiento.

La agonía de estos valores se genera a partir del cambio, debido a que es imposible detener los cambios, la resistencia a que un valor pierda significado, provoca una indeterminada agonía; la historia se ha encargado de mostrar a la humanidad que todo aquello que no cambia, muere, en este caso, muchos de los valores contemporáneos se encuentran en este estado. Varios grupos sociales guardan valores en descomposición, los mantiene la nostalgia del recuerdo, de lo que tiempo atrás fueron dichos valores y que ahora se alimentan de la resistencia al cambio, alejándose de la incertidumbre que genera la novedad.

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