jueves, 2 de junio de 2011

EL ARQUETIPO TERAPÉUTICO

La palabra arquetipo deriva del griego αρχη, arjé, "fuente", "principio" u "origen", y τυπος, typos, "impresión" o "modelo"; es el patrón ejemplar del cual otros objetos, ideas o conceptos se derivan. Un arquetipo es un símbolo que ha existido, y existe, en la humanidad desde sus orígenes, se refiere a conceptos como, la figura materna, los héroes, la muerte, los rituales, la fertilidad, el mesías, los líderes, el nacimiento, entre muchos otros más. Todos los arquetipos son abstracciones, prototipos que ayudan a comprender conceptos que han existido en la humanidad por siempre. La mitología griega es el ejemplo perfecto para ilustrar un arquetipo; la psicoterapia no es la excepción, posee su propio arquetipo y para ello, a manera de ejemplo, está el mito de Quirón:

“Quirón es el primer centauro, nacido mitad humano y mitad caballo y por su naturaleza animal,  su madre, espantada, ruega a los dioses que la liberen de la carga de criar a este niño. En respuesta los dioses se llevan a Quirón para educarlo; llega a ser prudente y sabio, conocedor de la música y de las estrellas, posee los dotes de un chamán, se vuelve hábil en las artes curativas y en el uso de las plantas medicinales; también era maestro en las artes de la guerra, enseñaba a sus alumnos, los actos de heroísmo al servicio de su patria, inculcaba estos valores éticos y culturales.

En un día de descanso, mientras Quirón bebía, Hércules lo hiere accidentalmente en la rodilla con una flecha envenenada con el veneno de la Hidra, que le produce una herida incurable, incluso para sus dotes y conocimientos. Los dioses en premio a su conducta ejemplar, por perdonar a Hércules, le conceden el don de la inmortalidad, Quirón se encuentra entonces frente a la paradoja de no poder sanar ni morir.

Quirón ofrece liberar del inframundo a Prometeo, quién estaba condenado por haber robado el fuego de los dioses y habérselo entregado a los hombres, a cambio de poder morir, para dejar de sufrir el intenso dolor y lograr el indulto de Prometeo. El sacrificio de su inmortalidad lo libera de su intenso dolor, enseñando así a integrar la muerte como parte de la vida.”

En definitiva, Quirón nos enseña a abrazar nuestras heridas y aprender de ellas, acrecentar nuestras capacidades, conocer la compasión y sabiduría para poder ayudar a nuestros semejantes. Su labor es mostrarnos donde estamos bloqueados, dónde nos sentimos heridos, que logramos hacer para los demás y para nosotros mismos; descubrir las herramientas para equilibrar nuestra vida racional con nuestro lado más instintivo. Quirón es sólo un símbolo del complejo arquetipo al que pertenecemos los psicoterapeutas, “El sanador herido”, somos los herederos del linaje de sanadores que han existido a lo largo de la historia.

Otro ejemplo son los chamanes, la forma original de la palabra, viene del sánscrito “shramana”  que significa, discípulo de Buda; los chamanes son otra muestra de este símbolo, ellos, con sus conocimientos en la naturaleza humana y la espiritualidad, tenían un lugar especial en las tribus, eran el vínculo entre lo terrenal y lo divino, a través de ellos los dioses se comunicaban con los hombres, eran los protagonistas de los rituales para las cosechas, la fertilidad, la guerra y las fiestas y enseñaban al hombre a convivir con la naturaleza.

No existe cultura que no haya poseído una figura arquetípica como el chaman, el brujo, el curandero, o el sanador, pero con el paso del tiempo, este icono de la humanidad se ha transformado, ahora son los médicos, los sacerdotes, los psicólogos y los psicoterapeutas quienes heredaron el simbolismo, son actualmente los representantes de estos antiguos sanadores.

Ahora, la psicoterapia se ha considerado, en el mejor de los casos, una profesión que intenta ayudar a las personas a encontrar algo perdido en sus vidas, a curar algo que se cree que está enfermo, descubrir algo que se creía olvidado, o recibir algún consejo que les sea útil en sus vidas; otros, en cambio, consideran que la psicoterapia es más un arte que una profesión, porque tarda tiempo en aprenderse, he incluso, hasta se nace con el don; sin embargo, también se ha creído que es una práctica sin fundamento, sin sentido, e incluso hasta esotérica.

Reformular el paradigma de la psicoterapia, es una tarea compleja, no sólo es cuestión de conocer teorías y metodologías, también es conocer el sentido que ha tenido a lo largo del tiempo, conocer el papel que desempeña el psicoterapeuta y el psicólogo en la sociedad, un sentido, que hasta ahora, se ha perdido. Saber la naturaleza el arquetipo terapéutico es, en parte, conocer el simbolismo que tiene el terapeuta en la sociedad, así como dignificar esta profesión.

La idea que se tiene de la psicoterapia, dista mucho del prototipo original, ahora, existen muchas personas que consideran a la psicoterapia como una pérdida de tiempo, quien acude a terapia lo hace en un acto de desesperación, o para reinsertarse en una sociedad “cuerda”; el psicoterapeuta dejo de ser una figura importante en la sociedad, para convertirse, en un recurso de emergencia.

Hasta ahora el panorama es triste, sin embargo, es conveniente hacerlo evidente, porque, más triste aún, es saber que gran parte de la gente que ha contribuido a generar esta imagen distorsionada del psicólogo o del psicoterapeuta, son los mismos mal llamados psicólogos o psicoterapeutas. Me refiero a los mediocres, pseudo-profesionales que se auto nombran psicoterapeutas o a los que por tener un titulo, creen llamarse psicólogos. Gracias a las ineptas prácticas que han venido realizado, a las heridas que han provocado en las vidas de las personas, a la falta de ética, al carente compromiso profesional y a la falta de pasión, el arquetipo del sanador está casi perdido; gracias a este tipo de individuos, la gente ha dejado de confiar en la labor terapéutica.

El mundo actual, está enfrentando cambios importantes, crisis intempestivas, y es ahora donde debemos surgir, renacer, incorporarnos como esos antiguos sanadores que enseñaban a la humanidad en dónde estamos bloqueados, dónde nos sentimos heridos y también, qué es aquello que logramos hacer para los demás y para nosotros, como Quirón que enseñaba a sus alumnos la importancia del heroísmo y el honor hacia su patria, como los chamanes que mostraban el vínculo del hombre con la naturaleza, como los curanderos que, aparte de sanar el cuerpo, sanaban él alma; es ahora donde tenemos que dignificar nuestro arte, nuestra profesión; volver a mostrarnos, como aquellos conocedores, como aquellos guías y acompañantes, que mostraban el camino del futuro de la humanidad.




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